Tu ropa, tus accesorios, tu postura, tus gestos... Todo habla sobre ti. Y lo hace de forma tan directa que, sin darte cuenta, se convierte en tu primer canal de comunicación, ya que somos seres visuales. Tu estilo es, en esencia, tu carta de presentación silenciosa.
Pero no es solo lo que llevas puesto, sino cómo lo llevas. Lo que eliges. Lo que repites. Lo que evitas. Las texturas que abrazas, los colores que te acompañan, las formas que resaltas o suavizas. Tu estilo tiene lenguaje, intención, mensaje.
Si tienes que vestirte todos los días, que sea desde un lugar de consciencia e intencionalidad. Cada mañana, cuando abres el armario, estás tomando decisiones que construyen tu propia historia. Tu imagen puede reforzar tu autenticidad o alejarte de ella.
Por eso, trabajar tu estilo no es una cuestión de vanidad, sino de permitir que lo que muestras por fuera dialogue con lo que eres por dentro, sin encasillarte o estar dependiendo de manera constante de lo que está de moda.
¿Y si lo que estás comunicando no coincide con quién eres?
Muchas veces ocurre: no te reconoces en el espejo. Tu imagen no está mal, pero tampoco te representa o te hacer sentirte 100% segura. Te ves “correcta”, pero no auténtica. Estás vestida, pero no expresada.
Este desajuste no solo genera inseguridad o confusión, también puede afectar cómo te ven los demás. Y lo más importante: cómo te sientes contigo misma.
Por eso, uno de los errores más comunes no es “vestir mal”, sino vestir sin conciencia, sin voz propia. Copiar trucos de combinaciones ajenos sin meditar si realmente tiene sentido para ti, seguir tendencias que no resuenan contigo, esconderte tras lo neutro o lo que “se espera” ... cuando en realidad tienes mucho que decir.
El estilo como una herramienta de comunicación personal.
Cuando haces las preguntas correctas encuentras las respuestas correctas.
Pregúntate:
¿Qué sensación quiero proyectar?
¿Cómo quiero sentirme en mis elecciones diarias?
¿Qué versión de mí estoy lista para expresar?
Cuando respondes a estas preguntas, tu forma de vestir se vuelve una herramienta de comunicación no verbal. Ya no eliges desde la inseguridad, sino desde la claridad. Ya no te escondes, te expresas. Ya no te adaptas, creas tu propio universo de estilo.
Tu estilo puede hablar de ti… o hablar por ti. Y esa es la gran diferencia: cuando tu estilo te representa, ya no necesitas explicarte. Así, tu estilo se convierte en una voz silenciosa pero firme y en una forma de recordarte, cada día, del lugar que ocupas en el mundo.
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Verónica Lima
Asesora de Imagen y Estilo
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